Ya es tarde
Íbamos directos al desastre tan temido. Alguien sugirió no decir nada más al respecto, como si callando el problema dejara de existir. Otros ya intuíamos que podía pasar lo que pasó.
Cuando las luces se apagaron definitivamente y sonó el primer acorde de la película todavía estábamos discutiendo la cartelera.
Cuando las luces se apagaron definitivamente y sonó el primer acorde de la película todavía estábamos discutiendo la cartelera.
El diálogo necesita y merece espacio y dedicación, todo el posible, pero el tiempo no se detiene para nadie y todo tiene un límite. La base de cualquier negociación es ceder, concienciarse de que a menudo la solución ideal y a medida no existe, cuando se trata de intentar que no haya descontentos alrededor, algo siempre deseable. Esperemos que la película que al final entraron a ver no sea un ladrillo.
ResponderEliminarUn relato sobre las dificultades del entendimiento humano, siempre de actualidad, no hay más que ver las noticias, o asistir a una reunión de vecinos.
Un abrazo, Rafael
Buen remate a tu relato que en un principio parecía llevarnos hacia otros derroteros.
ResponderEliminarSuerte y un saludo
Eso de ignorar el problema a ver si se soluciona solo... lo he visto a menudo, al menos el problema de tus protagonistas se soluciona cuando saquen la película en DVD, jejeje
ResponderEliminarOriginal Rafael.
Un saludo.
Cómo mos complicamos la existencia por las cuestiones más nimias y qué difícil es llegar a un consenso o que cada cual entre en la sala de cine que más le apetezca. Menos mal que, al comenzar la sesión, acabarán de discutir, digo yo, Con lo que molestan las conversaciones en plena proyección. En cuanto a las reuniones de vecinos que utiliza Ángel como ejemplo,lagarto, lagarto. Eso es mil veces peor.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Rafa.
¡Ay, Rafa, me has engañado!
ResponderEliminarcomo la vida misma... ja, ja, ja...
Beso.
Malu.