Clase de música
Me senté frente al coro del colegio. Estaban los niños perfectamente dispuestos, salvo un hueco en el cuarteto de contraltos.
Parecía que nunca iban a empezar a cantar, hasta que el director se volvió y me gritó: "¡Venga, vuelve ya!".
Miré al suelo y me reencontré con mis pantalones cortos.
Parecía que nunca iban a empezar a cantar, hasta que el director se volvió y me gritó: "¡Venga, vuelve ya!".
Miré al suelo y me reencontré con mis pantalones cortos.
Los recuerdos. Los bellos recuerdos.
ResponderEliminarLos más bellos pueden ser desenfrenadamente embellecidos por la imaginación que los modula.
Nada se diga si, además, se cruza en el proceso evocador la nostalgia. La nostalgia de esa etapa dorada de la existencia que es la infancia.
Por si fuera poco, en un entorno musical, musical y coral nada menos...
Crispín, todo eso interconectado y en plena ebullición creativa, explica, como bien sabes, que en la mente sucedan cosas fantásticas y semi-fantásticas como la que nos cuentas que le sucede al personaje de tu bello relato.Imaginar es la pera.
Y es que la imaginación, a la que un personaje histórico denominó la loca de la casa, de la mente, no se deja condicionar así como así. Menos por esa bagatela que, al fin y al cabo, es para ella el tiempo.
Enhorabuena!
Un cordial saludo.
Gracias por tu emocionada lectura.
EliminarUn recuerdo nostálgico de la infancia reaparece de pronto en la mente del protagonista. Se traslada a esa época de su vida en la clase de música por obra de la imaginación.
ResponderEliminarNo es una despedida, Crispín. Nos leemos en otras páginas. Un fuerte abrazo.
Así será, y cincuenta palabras pasará a enriquecer el baúl de nuestros recuerdos.
EliminarSección entrañables.
EliminarSomos el conjunto de muchas cosas, entre otras, la suma de lo vivido. El niño que un día fuimos sigue habitando dentro y en algunos momentos, sin que sepamos precisar bien el motivo, un detalle, una sensación, evoca una escena que se nos ha quedado grabada, aunque en apariencia no tuviese la mayor importancia. La mente y el espíritu funcionan de forma insospechada, pero ese es uno de los atractivos del ser humano.
ResponderEliminarUn relato evocador.
Te confieso que hasta no hace mucho no supe asociar tu seudónimo en Cincuenta Palabras con tu persona. Ahora que ya lo tengo claro nuestra querida página echa el cierre. Por suerte, sé que seguiré leyéndote en otros lugares.
Un abrazo, Ezequiel
Gracias Ángel por tu comentario.
EliminarPara mí será un placer seguir leyéndote y saber que mis palabras,sean de Crispīn o de Ezequiel, despiertan tu curiosidad.
Un abrazo.