El regreso
La ráfaga que desencadena el portazo. Una guindilla oculta en el guiso. Así, y de mil otras maneras era mi vecina. Tremenda, expansiva, desde su boca parlera hasta el taconeo musical. El día que a su ex le dieron la condicional me costó descifrar su figura empequeñecida en el ascensor.
El anuncio del que viene nos hace temblar, viendo cómo ese personaje pólvora y fuego que tan vivaz y efectivamente has descrito, se empequeñece enjugada en su miedo. Magistral tu manera de hablarnos del antagonista ausente, a través de la reacción adversa de la protagonista.
ResponderEliminarFeliz Año, Belén, y un abrazo.
Feliz año, Manuel. Muchas gracias por tu amable comentario. Es muy alargada la sombra que el miedo proyecta, derriba hasta las torres más fuertes. Abrazos.
EliminarEsperemos que este año acabemos con la lacra que supone la violencia de género. Me encanta la alegría que transmite tu relato en su inicio, qué jarra de agua fría es la conclusión. Lo dicho, acabemos con la violencia.
ResponderEliminarGracias por tu relato, Belén.
Gracias a ti por tu visita, Manuel. Desafortunadamente, creo que hará falta mucho tiempo, si es que eso llega a ocurrir algún día. Esperemos que sí. Me alegra mucho que te haya gustado el relato.
EliminarUna mujer que es un torrente de energía, mil formas tiene de manifestarla, hasta que aparece ese "era", muy corto, sin duda, pero tremendo. Toda su vitalidad desaparece, el presente y el futuro se comprimen cuando el pasado retorna. Quizá no suceda nada, el aislamiento podría haber reflexionar y cambiar a su peor pesadilla, ojalá, pero el miedo, seguro que del todo justificado, es humano y paraliza.
ResponderEliminarNo se dice, aunque imaginamos todo lo sucedido al ponernos en lo peor, a través de la espléndida metamorfosis súbita de tu personaje, una víctima frente a su temible e injusticable depredador.
Un abrazo, Belén. Feliz año
Quizás no suceda nada, Ángel, pero el miedo ya es un golpe tremendo. También la indefensión, así que la tragedia se consuma. Gracias como siempre por tu interesante análisis y tu compañía. Abrazos y feliz año.
EliminarEl miedo atenaza las ansias de vida. Lo importante es que entre todos seamos capaces de disiparlo con balizas de solidaridad y justicia. Muy bueno, Belén. Un abrazo.
ResponderEliminarOjalá podamos lograrlo, Salvador. Me alegra de que te haya gustado el relato y muchas gracias por comentarlo. Un abrazo y feliz año.
EliminarSugerente relato que desvela al final su oscuro significado. Muestras muy bien cómo es la protagonista en “modo libre” y todavía mejor cómo se transforma en “modo cautivo”. Enhorabuena, Belén.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año.
Cuántas sonreirán aparentemente felices, cuántas tendrán un carácter que contagie la alegría de vivir... Cuántas sufrirán en el vacío de sus hogares... Muy bien hilado tu micro Belén. Da que pensar.
ResponderEliminarSaludos.
Me han encantado esas figuras que usas como el "taconeo musical" Belén. El título muy apropiado para ese final de ascensor...
ResponderEliminarSuerte, besicos
El miedo a la violencia psicológica o física empequeñece a esta mujer expansiva y alegre. Tan bien contado, que casi no la reconocemos en el ascensor.
ResponderEliminarUna denuncia siempre necesaria, Belén. Hay que acabar con esta gran injusticia. Un beso enorme.
Vaya!! Cuando a uno se le termina la cárcel, comienza el presidio de la otra. Esto debe pasar muchísimo en la vida real a muchas mujeres. Es una pena.
ResponderEliminarMuy bien contado, Belén.
Feliz 2019. Besotes.
La fuerza de un carácter, con todos sus matices, o los colores que despliega un pensamiento, por intensos que estos sean, están siempre en desventaja ante la violencia, ese monólogo primordial y primario que solo sabe de destrucción. Por eso el amor nunca debería ser incondicional, ni el matrimonio sagrado, la educación más humanista y la inteligencia, más emocional.
ResponderEliminarMi admiración por tu escritura no se cierra con esta página, Belén. Ha sido un honor compartir letras contigo.
Un abrazo muy fuerte y hasta pronto.
Belén, siempre me ha llamado la atención cómo consigues, con una sencillez y sutilidad deslumbrantes, montar historias que conmueven. Sencillez y sutilidad, eso tan difícil de hacer y que tú manejas como nadie. Cada uno de los ejemplos con el que defines a esa vecina es perfecto. Y ese final, que cuenta su vida sin nombrar nada, sublime.
ResponderEliminarUno de los más grandes tesoros que me llevo de cincuenta eres tú, mi capitana. Una capitana que ilumina todo lo que le rodea. Vaya suerte tuve la primera vez que fui a Madrid. Compartí mesa con un ser mágico.Siempre estarás en mi vida, así que de ti tampoco me despido.
Uno de los besos más grandes que he dado en esta página va para ti.
Pablo
¡Qué bien escribes! Se te da de maravilla eso de decir sin contar... Perdiendo tus relatos en 50 me quedo sin parte del combustible que echar a mi escritura, en un intento de aprender de este difícil arte. Esa última frase demoledora...
ResponderEliminarY, si me voy al relato, creo que esa mujer debería haber sido expansiva en otro sitio, o sea, largarse para que el tipejo no la encontrara al salir. Es triste tener que huir, pero a veces compensa. Aunque lo suyo sería no estar amenazadas. Además el relato lleva carga social. Lo tiene tó!
Un beso, guapa. Ya nos vamos leyendo por ahí ;-)
Carme.