No os fiéis de los escritores
Cuando se corrió la voz de que al coronel no había quien le escribiera, ocurrió que todos compramos sobres y papel de cartas. Así quisimos consolar al viejo militar, pero nadie encontró la dirección donde remitirlas. Todo fue un truco publicitario y tramposo de Gabriel García Márquez. Macondo no existe.
Con este relato que nos dejas demuestras tu refinada ironía y tu mente de escritor, que no solo goza inventando historias, sino que vive las de los demás, como ésta del gran García Márquez, mezclando la realidad con la ficción.
ResponderEliminarA pesar de lo que dices en el título, yo sí me fío de los escritores y disfruto con sus obras aprendiendo de ellas. Y aquí estás tú incluido, ¡cómo no!, si fuiste quien me animó a participar en esta web de 50 palabras que tantos buenos ratos me ha hecho pasar.
Aunque ya no aparezcan aquí nuestros escritos, sé dónde seguir leyendo los tuyos, porque, recuerda, yo sí me fío de los escritores.
Un abrazo, Juan. Nos veremos pronto y brindaremos por 50 palabras.
Los escritores no son personas de fiar, otra cosa no puede decirse de unas personas que pretenden vivir de contar historias, por lo general inventadas, o sea, que fundamentan su existencia en una mentira.
ResponderEliminarPero qué haríamos sin esas narraciones que nos hacen soñar, nos llenan de intensidad, nos enseñan a reflexionar y a vivir. Quizá no sean de fiar, pero son imprescindibles. El autor al que rinde homenaje tu relato es, además, universal.
Has escrito cincuenta palabras llena de una sana ironía.
Gracias por tus relatos cincuentistas y espero seguir encontrando tus letras en otros lares.
Un abrazo Juan
Para mí sí son de fiar. Al coronel no le llegaron las cartas porque en el servicio de correos ignoran la ubicación de Macondo, ciudad prodigiosa en donde los lectores de García Márquez hemos vivido horas y horas de felicidad absoluta.
ResponderEliminarAprecio la ironía de tu micro y el homenaje que le haces al gran escritor colombiano, Juan. Si hubiésemos podido, le habríamos escrito cientos de cartas de cincuenta palabras.
Un abrazo.
Agradezco los ánimos y los comentarios de Javi, Ángel y Carmen. Vuelvo de un largo viaje en el que me ha sido imposible conectarme. No obstante, reconozco que afortunadamente nosotros sí que tenemos quién nos escriba y, espero por el bien de nuestras mentes, que haya quien nos lea. Los cincuentistas no somos en absoluto especie en extinción. Solo necesitamos que nos den un empujón... Y volviendo al título del texto, yo creo que los escritores nos inventamos muchas verdades, sí, pero apenas soltamos mentiras, ¿no?
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