Penas
Anita nunca ha estado en la cárcel en la que vive su papá. Únicamente lo conoce por fotos. Ayer escuchó a la abuela Alfonsina susurrar: "Esta niña es igualita a nuestro Alfonso, qué pena". Anita no entiende qué tiene de malo parecerse a un tío, aunque lleve mucho tiempo muerto.
El padre de la pequeña protagonista cumple condena. Imaginamos, sin que se cuente de forma explícita, que podría estar confinado por haber matado a su hermano, tal vez como un moderno Caín. La niña en su inocencia lo desconoce, es demasiado joven para saberlo, solo escucha mensajes que nos sirven para enlazar cabos.
ResponderEliminarToda acción conlleva una consecuencia, a veces muy negativa y prolongada en el tiempo, afectando a varias personas.
La pena puede tomar muchas formas: la del asesino encerrado en prisión, la de la madre que ha visto que un hijo le ha matado a otro, la de una pequeña que no ha conocido en persona a su padre y lleva sangre culpable e inocente a la vez en sus venas.
Juana María, siempre es un placer leerte. Ya no será posible en Cincuenta Palabras, pero sé que voy a tener la suerte de seguir haciéndolo.
Un abrazo
La inocencia de la niña acentúa la culpabilidad del preso fratricida. Hay muchas penas en tu micro, Juana: la del condenado, la del hermano asesinado que lo traicionó, quizá la de la madre; sobre todas ellas, el dolor de la abuela y la ignorancia de la niña.
ResponderEliminarQué sutileza en las pinceladas sueltas que van pintando la historia completa.
Una maravilla de micro. Siempre he admirado la elegancia de tu prosa. Seguiré leyéndote allá donde publiques. Un beso.
Qué bien contado. Con qué sutil maestría nos llevas al meollo de la cuestión. Tus relatos tiene algo especial. Espero poder seguir leyéndote por mucho tiempo, Juana.
ResponderEliminarBesos.
Pablo
Creo que Carmen ha encontrado la palabra que mejor se ajusta a tus escritos: elegancia.
ResponderEliminarEsa información convenientemente dosificada, a golpe de frases cortas, que de repente adquiere su dimensión global y nos sacude a bocajarro, es marca de la casa.
Ya sabes lo que pienso de tu forma de escribir, Juana. Y espero seguir disfrutando de ella en el futuro.
Un abrazo.