Síntomas
Para Beatriz la brisa de la mañana siempre es igual. Su cuerpo camina estirado como si tuviera un hilo en la cabeza que tirara de ella hacia arriba. Se mantiene en un equilibrio ficticio que la sujeta al mundo cruel que le ha tocado vivir. Indicios de enfermedad nada rara.
¿Respiramos y nos mantenemos por ese hilo que nos suministra respiración artificial o es él el causante de este sinvivir que ocasiona respirar esta insalubre necedad que ha convertido el mundo en un muestrario de egocéntrica miseria?
ResponderEliminarQué relato tan contenido y con tanto continente, Carmen. Muy bellas fotos y poema he visto en tu blog. Te seguiré, aunque soy de esos que pierden el rastro cada dos por tres.
Un beso como despedida de Cincuenta, que el mundo es ancho y nos volveremos a encontrar.
El mundo nos presiona y aprisiona cada día. No es poco el peso que soportamos sobre los hombros, cada uno el suyo. Frente a ello, solo quedaría hundirse del todo, dejarse vencer o, por el contrario, resistir con dignidad. Beatriz se mantiene erguida frente a los avatares, con brisas o vendavales. Si alzarse contra el deterioro y los contratiempos inevitables es una enfermedad, yo me apunto a ella.
ResponderEliminarSé que nos leeremos y coincidiremos, Carmen. Al menos, pensarlo hace los últimos días de Cincuenta menos tristes.
Un abrazo
Esa enfermedad la mantiene con dignidad sobre el suelo que pisa. Pese s las adversidades de la vida, sabe aparentar un equilibrio envidiable. Y goza de la brisa matinal. Te veo a ti, Carmen, con tu bici, tus cuadernos y tu cámara de fotos dándonos la última lección en esta página: disfrutar de la vida e ir saltando obstáculos.
ResponderEliminarGracias por tus micros, bellos y plenos de sabiduría vital. Un beso.
Mantener la dignidad en la adversidad, es de las cualidades que más admiro y tu relato retrata esa fuerza de forma impecable.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carmen. Espero que nos volvamos a encontrar.
Un fuerte abrazo.
Beatriz es una heroina que se bebe la vida. Contra viento y marea, nada la derribará. Precioso relato, Carmen.
ResponderEliminarBesazo y nos seguimos leyendo, seguro.
Un beso para ti y otro para el objetivo más maravilloso que conozco que acaricia el Mediterráneo.
Pablo