Una puerta para Malu
Tiene la piel color canela y los ojos grandes, es una niña y se llama Malu. La directora del orfanato le dice que abra una puerta, al hacerlo, ve a su nueva familia. Corre hacia ellos y los abraza mientras unas lágrimas dulces, no amargas como antaño, inundan sus ojos.
Le deseo lo mejor a esa pequeña. Pobrecilla, parece que aún está a tiempo de salvarse.
ResponderEliminarSaludos Enrique
Si hay alguien que podría asimilarse con una puerta abierta a la alegría contagiosa y la generosidad es esa pequeña Malu, será por eso que las colecciona.
ResponderEliminarUn homenaje hecho con cariño, por un autor culto, creativo y especial, dotado de una pluma que sabe muy bien lo qué se dice y cómo lo dice, para una niña a la que no se puede no querer, para quien todo lo bueno que se diga es poco.
Un abrazo, Enrique. Y de paso, otro a Malu
A la niña pequeña/grande de tu pequeño/grande relato, Enrique, a la niña de ojos grandes que tan bien dibujas, se le ha abierto una nueva vida, la vida. Y con ella un horizonte de afectos incondicionales que tanto añoraba poder disfrutar - expresar y recibir - pero tenía bloqueados.
ResponderEliminarCorre hacia ellos, los abraza, ríe con sus lágrimas, sueña con sus ojos de niña soñadora, nostálgica de amor...
Enrique, mejor de lo que lo has contado nadie, salvo acaso sólo la niña protagonista, nos lo podría contar. Muy bello relato.
Un fuerte abrazo!
Emotivo relato que refleja el carácter afable y bondadoso de una niña que nos sumerge en un oasis de relax y creatividad en cada uno de sus micros.
ResponderEliminarYo también me apunto al homenaje que le has rendido, Enrique.
Saludos cordiales.
Qué bonito, Enrique. Me ha emocionado a mí, ya verás cuando lo lea Malu.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Una puerta hacia un futuro mejor, el que la niña se merece y con el que tanto ha soñado. La dulzura de sus lágrimas son reflejo de la dulzura de tu homenaje a una niña grande a la que todos reconocemos por su modo de abrir las puertas de los corazones de sus lectores.
ResponderEliminarFelicidades a los dos, Malu y Enrique. Sendos abrazos y besos.
En familia se nace, pero la verdadera familia se hace. Y la nuestra, la de letras, gracias a esta página ha engrosado su número de forma clamorosa. Malu, sin duda, la dulce Malu, habrá sido adoptada por un sin fin de cincuentistas para su familia propia. Nadie en el sano uso y disfrute de las palabras ha podido dejar pasar la oportunidad de adoptar algunos de sus relatos, adoptarla a ella misma en su conjunto si la ha conocido en alguna de las quedadas o, finalmente, ha sucumbido al encanto de dejarse adoptar por ella, sintiéndose como en casa al entrar y salir de sus historias donde late un corazón de niña de ojos grandes y piel de canela. Salvaje y tierna y, sobre todo, dulce de palabra y acto. Yo, y espero que ella no tenga inconveniente, más que adoptarla, me adosaré a ella de forma permanente, para aprender de su ser y de su estar, que sin necesidad de aparecer, es y está siempre presente en sus historias.
ResponderEliminarTu elegante relato es como esos pasteles que con una riquísima fruta escarchada en su centro se convierten en la atención del escaparate. Por ella, solamente, bastaría para elegirlo, pero es mucho más, pues porta en su masa el buen hacer del pastelero que ha sabido dosificar azúcares y mieles, de manera que su dulzor, lejos de empalagar, nos ofrezca un singular bocado donde lo emocional marida con las notas frescas de un homenaje tan sentido como merecido.
Un broche luminoso para este mes, Enrique, que irremisiblemente, se ha convertido en el mes de la despedida. Pero decir adiós, lo sé, lo he aprendido de los relatos de Malu, es sólo abrir otra puerta más. En cualquier otra parte de este mundo del revés que es escribir sin oficio ni beneficio, nos volveremos a encontrar. Volvermos a encontrarla. Y entonces, sabremos justificado nuestro afán de escribir. Habrá valido la pena sólo por conocer personas como ella, como Malu. Y también personas y amigos de letras como tú, Enrique.
Esto, y un fuerte abrazo. Para ambos.
Muestras muy bien cómo, después de la amargura, surge la emoción incontenible al desvelarse el destino esperado detrás de una puerta. Enhorabuena, Enrique.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bonito, Tocayo. Nos hablas del presente de una niña cuyo futuro más inmediato se adivina muy feliz en contraposición a un pasado amargo; un planteamiento muy estimulante por sí solo, aunque al bautizar a la protagonista con el nombre de alguien tan importante para todos nosotros, el relato cobra una dimensión mucho mayor. Enhorabuena por tan bella propuesta y gracias por este homenaje nuestra querida Malu que todos podríamos hacer nuestro. Ojalá, por otro lado, haya muchas puertas de esperanza para todas esas criaturas necesitadas de ellas.
ResponderEliminarUn abrazo, Enrique.
Si Malu fuera un objeto, bien pudiera ser una puerta, desde luego; de esas que siempre apetece abrir, de las que lo hacen de dentro afuera y que nunca quedan entornadas.
ResponderEliminarEmotivo relato, Enrique. Un gustazo encontraros juntos en un relato como autor y personaje.
Un abrazo para ambos.
Precioso cuento con un más que atinado título que, a los que seguimos a cierta persona nos resulta más que familiar. La puerta que dibujas en tu relato es un paso a una nueva vida llena de luz, esperanza y felicidad. Malu, es Malu y para los que la conocemos creo que con eso está dicho todo.
ResponderEliminarAmigo Enrique, echaré de menos tus relatos, los de mes y los de final de mes, tus comentarios, tu cultura y tu generosidad. Aunque no demasiado, porque seguro que seguiremos en contacto.
Un abrazo.
Pablo
¡Qué ilusión me hace siempre leer: "Una puerta para Malu"! Lo acompañáis de una foto preciosa, de puertas de diferentes formas y colores, de distintos lugares y con diferentes connotaciones. Pero todas, todas, todas; absolutamente todas las puertas que mandáis son enviadas con mucho amor y sobre todo, lo hacéis de corazón. Las puertas son siempre motivo de inspiración y esperanza, como la que dejas abierta aquí hoy para la pequeña Malu de ojos grandes y piel canela. A mí también se me caerían las lágrimas, créeme, si se me abriera una puerta así.
ResponderEliminarSeñor Angulo, es usted inmenso. Mil gracias por ser y estar siempre entre nosotros, llenándonos de cultura e imágenes siempre bellas.
Beso grande.
Malu.