Voces
Está sentado en el sofá con los ojos clavados en la cajita y tapándose los oídos inútilmente.
"¡Escúchame bien!, sé que sigues aquí. Aún estás a tiempo. No tomes más pastillas y podremos continuar hablando... ¿Me oyes?".
Él no responde, seguro de que nunca más se olvidará de una dosis.
"¡Escúchame bien!, sé que sigues aquí. Aún estás a tiempo. No tomes más pastillas y podremos continuar hablando... ¿Me oyes?".
Él no responde, seguro de que nunca más se olvidará de una dosis.
La química al servicio de la salud alivia dolores y hasta erradica males. Mal entendida o aplicada produce el efecto contrario. Tu personaje parece utilizar esas pastillas como evasión, para olvidar la realidad. Alguien que se preocupa por él le advierte del peligro, pero su empeño es firme. Quizá esas voces cada vez más lejanas, que representan la sensatez, actúen como un ariete en esa muralla que pretende establecer entre él y el mundo. Son su única esperanza.
ResponderEliminarEncantado de haber conocido tus letras en este formato cincuentista, Josep Maria. Contento también de tener la certeza de que seguiré leyéndote en otros.
Un abrazo
Muchas gracias por tu lectura y comentarios, Ángel. Me doy cuenta de que el relato se presta a distintas interpretaciones y pienso que no es malo, ya que permite la participación de lectores con perspectivas distintas.
EliminarAprovecho para decirte que yo también estoy encantado de haber conocido tus letras en este formato y te seguiré leyendo en otros. He apreciado mucho las valoraciones y análisis que has hecho de mis relatos.
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
Yo interpreto que tu protagonista sufre algún tipo de psicosis que le hace oír voces. La cajita de las pastillas es el remedio para no oírlas y vivir con mayor sosiego. Pero ellas lo saben y le ordenan que no las tome. Supondría su desaparición.
ResponderEliminarMuy bien llevado este micro de trasfondo literario, aunque el tema sea la salud mental.
Ha sido un placer leerte y conocerte a través de esta página, José María. Nos seguiremos leyendo. Un fuerte abrazo.
Gracias por la visita y tus comentarios, Carmen. Aunque he visto que hay otras interpretaciones posibles, el relato pretendía hacer un planteamiento hiperbólico y dar vida propia a las voces que pueden llegar a oír los psicóticos... que incluso presionarían al paciente para que dejara el tratamiento y así evitar su final.
ResponderEliminarPara mí también ha sido un placer leerte y conocerte a través de 50 palabras. Te agradezco todos los comentarios que has realizado de mis relatos. Pienso seguir leyéndote.
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
Nos habitan voces sin fin. Algunas plácidas y reconfortantes, como esta que suscribe comentarios y atiende la lectura de los relatos, pero del otro lado, en la sombra, voces de niebla esperan que perdamos el control para asaltarnos. A personajes como el de tu historia ya le han colonizado, su control ahora depende de la dosis precisa. Pero ellas no van a rendirse fácilmente, su existencia depende de que puedan imponer su criterio.
ResponderEliminarDuro dilema el que coloca en el borde del abismo el alambre en el que un ser humano se juega su propio equilibrio.
Historias intensas y bien tensadas en su estructura narrativa nos has ofrecido en tu paso por Cincuenta, Josep Maria; ha sido un placer leerlas y recibir tus comentarios.
Espero que tengamos oportunidad de reencontrarnos en los caminos sin fin del mundo digital de las letras.
Un fuerte abrazo.
Gracias por tu visita y certeros comentarios, Manuel. También por tu amable valoración de mis relatos. En mi corta trayectoria en 50 palabras he apreciado mucho tus comentarios. Han reforzado mi motivación para seguir escribiendo. Ya siento nostalgia antes de que 50 palabras finalice su andadura. Me alegraría reencontrarte en el futuro, poder seguir leyéndote y recibir tus comentarios.
EliminarUn fuerte abrazo.
Los medicamentos son tan efectivos a dosis precisas como peligrosos en exceso o defecto. Algunos provocan una adicción psicológica muy difícil de superar, incluso más que la física. Mantener el control es lo que salvará a tu personaje y expulsar esa voz interior.
ResponderEliminarHa sido un verdadero placer tener a un maestro como tú por aquí, Josep María. Espero seguir leyéndote, seguro que será así.
Abrazo wonderlandiano, como diría esa persona tan especial que nos puso en contacto y que espero que muy pronto podamos seguir oyendo.
Abrazo.
Pablo
El placer ha sido mío, Pablo. Tus relatos son un estímulo que siempre amplia la perspectiva. Tu mirada es muy especial.
EliminarTe agradezco que me introdujeras en el mundo cincuentista. Te seguiré leyendo en otros foros. Espero que también en Wonderland, cuando nuestra amiga pueda retomarlo.
Un abrazo wonderliniano.
Estar enfermo es algo que puede sacarnos el Mr. Hyde que llevamos dentro y quien ha vivido de cerca una enfermedad mental, conoce bien la parte dramática de un órgano tan extraordinario como el cerebro. Esto lo has reflejado de maravilla en tu relato.
ResponderEliminarGracias por compartir tus estupendas historias, Josep. También por haber prestado atención a las mías.
Una abrazo.
Ha sido un placer leerte, Antonio. Todavía recuerdo el primer micro tuyo que leí: “La primera gota de aguanieve”.
ResponderEliminarEspero seguir leyéndote en otros foros.
Un abrazo.